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Intervención del excelentísimo señor Nicolás Maduro Moros en la ONU

INTERVENCIÓN DEL EXCELENTÍSIMO SEÑOR NICOLÁS MADURO MOROS, PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA DURANTE EL “DEBATE GENERAL DEL 75 PERÍODO ORDINARIO DE SESIONES DE LA ASAMBLEA GENERAL DE LA ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS (ONU)”

 

Excelentísimo Señor Presidente de la Asamblea General, Volkan Bozkir, Excelentísimo Señor Secretario General, António Guterres, Jefes de Estado, Jefes de Gobierno, Autoridades participantes en esta 75 Sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas,

En primer lugar, quiero solicitar excusas para retirarme el cubre bocas, necesario en esta época de pandemia, y quiero saludar a todos los que nos ven y nos escuchan en el mundo. Permítame felicitarlo, Señor Presidente, en nombre del Gobierno Constitucional de Venezuela y del Pueblo de nuestra República Bolivariana por asumir la Presidencia de este 75° Período de la Asamblea General.

Una gran ocasión, una ocasión de gran importancia debido a la situación estelar por la que está atravesando la humanidad a causa de esta emergencia mundial generada por el COVID-19. Digo una ocasión estelar porque, además de suponer serias dificultades para el complejo orden planetario, no deja de ser una oportunidad para reflexionar y propiciar el cambio de paradigmas que la misma humanidad, sobre todo las grandes mayorías vulneradas por la pobreza y la exclusión, tanto esperan de nosotros, tanto esperan de los líderes mundiales.

En esta misma Asamblea General, en el año 2001, nuestro Comandante Eterno Hugo Chávez dijo – cito – “Venimos pues sin temores con mucha buena fe, con mucho optimismo en la vida, en la hermandad, en la unión y en la posibilidad suprema que tenemos hoy los dirigentes de los países del planeta de buscar y construir verdaderas soluciones a los problemas reales para buscar la justicia y la paz”. Nosotros, desde Venezuela, creemos que hay que revisar el mundo por completo, con una gran lupa decía el Comandante Chávez; una poderosísima lupa, porque el mundo ha venido muy mal, el mundo ha venido dando tumbos de errores en errores. Era un llamado que hacía el Comandante Chávez en ese año 2001 para tomar sentido de realidad en la refundación de la Organización de Naciones Unidas. Y llegamos al 2020, insistiendo en esta necesidad de renovación de los paradigmas.

Venezuela reconoce que la Organización de Naciones Unidas en estos 75 años ha dado grandes aportes a la humanidad. Sin embargo, demandamos más voluntad y esfuerzos para preservar los logros, para avanzar en nuevos objetivos. Insistimos en la necesidad de fortalecer la cooperación Sur-Sur y crear mecanismos alternativos de financiamiento y apoyo técnico que respalden las iniciativas y las prioridades definidas por nuestros pueblos para alcanzar el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Es una tarea puntual, impostergable y cada día cuenta. “El Sur también piensa, el Sur también importa, el Sur también existe”, como diría el poeta Benedetti, desde su centenaria presencia.

Todos debemos trabajar por la salvación de nuestro planeta. Hacemos un llamado a alcanzar el más alto compromiso político para combatir el cambio climático que es una realidad; para combatir el cambio climático como una prioridad urgente. Reconocemos la importancia de fortalecer las acciones de mitigación y adaptación, de conformidad con la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático y el Acuerdo de París. Reafirmamos entonces, la importancia de los medios de implementación para que los países en desarrollo puedan llevar a cabo sus acciones climáticas. Noam Chomsky lo alertaba hace poco, “no queda mucho tiempo”.

Señor Presidente, Las Naciones Unidas y la humanidad toda enfrentan una profunda y compleja crisis, en la que se combina la pandemia del COVID-19 con los retos globales del cambio climático y el desarrollo sustentable.

A este inquietante panorama, se suma la no menos alarmante pretensión de las grandes potencias de llevar a la humanidad a un enfrentamiento directo en el ámbito militar. Sería, quizás, el último para nuestra especie. Los Estados Unidos de Norteamérica, lejos de tomar una posición de liderazgo positivo o propositivo, se conduce erráticamente bajo un gobierno intransigente y enemistado con la diplomacia y la alta política, toda vez que desprecia abiertamente el multilateralismo y cualquier tipo de regla global preexistente.

La pandemia del COVID-19 ha venido a cambiar las realidades y prioridades de toda la humanidad, debido a sus consecuencias para la vida humana. La pandemia ha hecho evidente las desigualdades que padece el mundo, agravándolas. Lamentablemente, algunas medidas de contingencia frente a la pandemia han incrementado las brechas sociales y económicas a lo interno de los países. Es por ello que la comunidad internacional, en su conjunto, debe brindar una respuesta global y coordinada que permita dar apoyo a todas las naciones necesitadas, contribuyendo a crear las condiciones para lograr economías más fuertes y sociedades más inclusivas. Incluso antes de la pandemia del COVID-19, el colapso del orden geopolítico y geoeconómico internacional ya estaba ocurriendo. Sin embargo, esta emergencia nos ha hecho ganar conciencia y pensamiento crítico sobre las contradicciones del capitalismo y su incapacidad lógica y operativa para enfrentar estas crisis.

En muchos casos, los Estados fueron disminuidos a una mínima expresión y el neoliberalismo impuesto asfixió a las instituciones públicas, convirtiendo los derechos del pueblo en servicios privados; la salud se volvió un lujo. ¡Oigamos en las calles del mundo la furia de los pueblos que se sienten huérfanos y desprotegidos! ¡La salud y el bienestar de la población no son mercancía; el mercado no puede seguir regulando el destino de la humanidad! Venezuela considera que el papel de la Organización Mundial de la Salud (OMS) debe ser un ejemplo de multilateralismo que necesitamos reforzar.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) debe ser una Organización que actúe y hable de manera fiel, sin doblegarse a presiones, extorsiones y ataques de los poderosos; que confirma su autoridad moral, su capacidad científica y la cooperación con base en la solidaridad. Saludamos los enormes esfuerzos científicos de naciones hermanas como Rusia, China y Cuba en la creación de una vacuna efectiva y segura contra la COVID-19, y confiamos en que tales hallazgos serán considerados un bien público global por cada una de nuestras naciones, con libre acceso para todos los pueblos del mundo, sin discriminación.

Desde la República Bolivariana de Venezuela proponemos la creación de un fondo rotatorio de compras públicas en el Sistema de Naciones Unidas para garantizar el acceso a los alimentos y a los productos de salud, financiado con recursos públicos. Ello permitirá enfrentar la discriminación y el bloqueo económico contra los países, facilitando a los gobiernos adquirir bienes y servicios necesarios.

Hacemos un llamado para fortalecer las políticas y los fondos de financiamiento orientados al desarrollo de cadenas productivas locales y nuevos actores económicos, así como la creación de un banco de tecnologías libres y procesos universales de formación y capacitación. La República Bolivariana de Venezuela aboga por la aprobación de un instrumento internacional jurídicamente vinculante sobre el desarrollo y el derecho al desarrollo, que refuerce la lucha de los pueblos para la superación de la pobreza y las desigualdades sociales y por la justicia social. Nuestra reelección como miembro del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, por los votos soberanos y mayoritarios de los países representados en el Sistema de Naciones Unidas – pese a los incesantes ataques del imperio estadounidense y sus satélites –, ha reafirmado nuestro compromiso de promover el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales de todas las personas, sin distinción de ningún tipo y de una manera justa y equitativa, apoyando firmemente toda iniciativa en la lucha contra la discriminación étnica, de género, de nacionalidad y demás formas conexas de intolerancia.

Estamos comprometidos con la defensa de los principios de la universalidad, imparcialidad, objetividad, con la no politización y la no selectividad de su implementación. Estamos comprometidos con el diálogo internacional, intercultural, constructivo y cooperativo para impulsar la promoción y protección de todos los derechos humanos, incluido, por supuesto, el derecho al desarrollo integral de los pueblos.

Señor Presidente, La República Bolivariana de Venezuela ratifica su compromiso con la solución pacífica de las controversias de acuerdo a los principios establecidos en la Carta de Naciones Unidas y, en ese sentido, y en relación a la controversia territorial sobre la Guayana Esequiba, Venezuela reitera su estricto apego al Acuerdo de Ginebra de 1966.

En particular, subrayamos el objeto, propósito y razón del Acuerdo de Ginebra, que claramente mandata alcanzar una solución práctica, satisfactoria y aceptable para ambas partes, mediante mecanismos sucesivos previstos en el Artículo 33 de la Carta de Naciones Unidas. Es a través de la negociación política, diplomática y de mutuo acuerdo que alcanzaremos la solución de dicho contencioso heredado del colonialismo imperial.

Señor Presidente, El mundo ha seguido enfrentando muchas injusticias que afectan a los pueblos inocentes, amenazando con su exterminio; acciones de Estados que son injustificadas e inadmisibles y que avergüenzan a la humanidad.

Reiteremos una vez más nuestro apoyo y solidaridad con el pueblo árabe de Palestina y exigimos el respeto de sus territorios históricos establecidos en el año 1967 por esta Organización de Naciones Unidas. Respaldamos el llamado de Naciones Unidas para que cese el bloqueo infame, criminal, de casi 60 años contra nuestro hermano pueblo de Cuba y, en este sentido, reafirmamos el llamado al Gobierno de los Estados Unidos a que ponga fin inmediato al bloqueo económico, comercial y financiero que impone a nuestra hermana nación.

Señor Presidente, La República Bolivariana de Venezuela reitera su compromiso con la necesidad de fomentar y fortalecer el diálogo y la cooperación construyendo puentes entre los pueblos, respetando las diferencias culturales y religiosas, a través de la prevención de conflictos, la reconciliación y la construcción de la paz.

El Movimiento de Países No Alineados (MNOAL) ha impulsado el reconocimiento de estas iniciativas, de estas políticas, de estos valores con la celebración del Día Internacional del Multilateralismo y la Diplomacia para la Paz, y se ha unido al Grupo de Amigos de la Alianza de Civilizaciones de Naciones Unidas, quienes enarbolamos las banderas del pluralismo y la equidad. Hay mucho por hacer todavía, y lo haremos. Señor Presidente, Venezuela, como usted sabe, se encuentra bajo un ataque constante.

Nuestra Patria amada es víctima de un ataque multiforme por parte del imperio estadounidense, en el campo mediático, en el campo político, en el campo económico, hemos sido – inclusive – amenazados con agresiones militares directas. Las medidas unilaterales impuestas por el Gobierno de los Estados Unidos de América han intentado doblegar a las venezolanas y a los venezolanos. Sin embargo, nuestro pueblo, junto al Gobierno Constitucional, ha resistido con heroicidad el oprobio, la ilegalidad, la inhumanidad de un imperio que hoy representa la más grave amenaza que enfrenta el mundo pluripolar y multicéntrico. Hoy, de pie, y con la dignidad de un pueblo hijo de las glorias del Libertador Simón Bolívar, le decimos al Gobierno supremacista de los Estados Unidos que el mundo los mira, que el siglo XXI tiene millones de ojos que ven más allá de las matrices mediáticas. Aún están a tiempo de volver a la legalidad internacional. Les decimos que aún están a tiempo de revertir el desprestigio y el malestar global que sus arbitrariedades y arrogancias provocan al mundo consciente.

Seguir por el camino de la violación de la Carta de Naciones Unidas los conducirá inexorablemente al aislamiento, al desprestigio y a la condena de la historia de los pueblos, incluyendo en de su propia gente, el pueblo de los Estados Unidos, que ha salido a las calles a protestar contra el racismo, contra la brutalidad policial, contra el abuso. Las medidas coercitivas unilaterales han despertado no sólo la indignación y el repudio de los pueblos contra la pretendida dictadura global enarbolada desde Estados Unidos, que trata de imponernos, sino que ha generado cohesión e iniciativas nacionales en torno a nuevas formas de producción y soluciones técnicas y tecnológicas. La inventiva ha sido la respuesta a la persecución a nuestra industria nacional. Así es el verdadero venezolano, la verdadera venezolana real, de carne y hueso, que tanto se oculta y a quien tanto intentan menospreciar.

Hoy puedo decirle, Excelencia, que se ha desencadenado en nuestra Patria una revolución de la innovación, una nueva ofensiva para transformar en ciclo virtuoso y de oportunidades los intentos de agresión para hacer colapsar a nuestra nación. Nosotros hemos realizado un esfuerzo titánico con nuestras propias capacidades, además de la solidaridad y la cooperación de países amigos y del Sistema de Naciones Unidas para confrontar toda la situación de la pandemia del COVID-19. Hemos evitado lo peor, a pesar de los planes, pronósticos y deseos catastróficos de aquellos que nos agreden.

Ni el bloqueo ilegal, ni las agresiones contra nuestro gobierno nos han distraído e impedido cumplir con un gran esfuerzo: la meta de proteger la vida de nuestra población. Hoy podemos decir que hemos aplicado cerca de 1 millón 900 mil pruebas gratuitas, lo que ha representado, hoy por hoy, el promedio de 62.489 pruebas por millón de habitante. Podemos decir que somos el país latinoamericano y caribeño que más pruebas ha hecho a su pueblo; lo decimos con humildad y con deseo de ayudar siempre a los países vecinos de quienes, con frecuencia, de sus gobiernos, sólo recibimos agresiones.

Esto que es una verdad de Venezuela no la oirán, no la verán en las primeras planas de los medios tradicionales, ni mucho menos en las redes sociales o por internet; el bloqueo también es comunicacional.

Por eso, quiero detenerme a compartir esta experiencia nuestra que pudiera salvar vidas en otros lugares del planeta, así como la experiencia de China, Cuba y Rusia lo han hecho con nosotros. Nuestro sistema de protección social y de salud nos permite ir casa por casa a buscar los casos positivos y a atender los casos sospechosos o potenciales.

Contamos con ello; con las misiones médicas y con el sistema automatizado de protección llamado Sistema Patria, donde están inscritos más 20 millones de ciudadanos, mayores de edad, de una población de 30 millones de habitantes, equivalentes, como ustedes pueden ver, a más de dos tercios de la población. Este sistema territorial nos ha permitido llegar a todas las comunidades de nuestro país. Tenemos un modelo propio, pensado bajo el principio de priorizar la vida de todos y todas por igual.

Gracias a esto hemos sabido conjugar el distanciamiento saludable con la vida productiva del país, lo hemos denominado el “Sistema siete por siete” y lo ponemos a disposición de todas las naciones, con la modestia que nos caracteriza.

Siete días: una semana de resguardo en los hogares, de cuarentena profunda, y siete días, una semana de flexibilización económica, amplia y general; cosa que asegura la puesta en práctica de una nueva normalidad, hasta que podamos superar esta pandemia. Nuestro gobierno se ha preparado para enfrentar este desafío junto a nuestro pueblo, tenemos el grado de conciencia superior que ha acumulado la población venezolana y la eficiencia de nuestro sistema de salud público.

Por esa vía hemos podido controlar los primeros coletazos de esta pandemia que ha abatido al mundo, ganando tiempo para mejorar todos los protocolos de prevención, tratamiento y protección de nuestro pueblo.

Venezuela es de los pocos países en aplicar tratamientos gratuitos y diferenciados para los casos detectados: asintomáticos, sintomáticos leves, sintomáticos moderados y sintomáticos graves. Nuestra política de prevención y atención implica la hospitalización total de todos los casos positivos, aún cuando no presenten síntomas. Esto nos ha evitado la expansión exponencial de esta enfermedad.

Señor Presidente, A la República Bolivariana de Venezuela le han sido arrebatados más de 30 mil millones de dólares, congelados y secuestrados en cuentas bancarias en Estados Unidos y en Europa. Asimismo, se persigue a cualquier empresa o gobierno que comercialice algún bien o servicio con nuestro país, trátese de alimentos, medicinas, combustible, aditivos necesarios para producir gasolina – que necesita nuestro pueblo –, etc., etc.

Por eso ratificamos al mundo que Venezuela se ha preparado para resistir y está resistiendo esta ofensiva de agresión criminal, inhumana. Venezuela se ha preparado para vencer este bloqueo del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica. Es una batalla por la paz, por nuestra Patria, por la región, por la humanidad. Nuestro heroico pueblo venezolano ha asumido en el pasado la responsabilidad de su rol histórico ante la ignominia del imperio más peligroso de la historia universal; imperio que a su vez está escribiendo los más horrorosos capítulos de inhumanidad e imposición criminal. Debe saber el mundo que estamos dispuestos a combatirlos con la fuerza de nuestra historia, de nuestro espíritu, de la razón y del derecho internacional.

Deseo reiterar nuevamente nuestro agradecimiento profundo por los pronunciamientos tanto del Secretario General como de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, demandando el levantamiento inmediato de las medidas coercitivas unilaterales y criminales, que no sólo son contrarias a la Carta de Naciones Unidas, sino que son obstáculos evidentes que se imponen a los países afectados para enfrentar adecuadamente la pandemia del COVID-19 y el cumplimiento de los Objetivos del Desarrollo Sostenibles. Los ataques – como saben ustedes – no se limitan sólo a medidas coercitivas unilaterales.

El pasado 3 de mayo, Venezuela enfrentó un intento de incursión marítima de un grupo de mercenarios y terroristas, financiados por el gobierno de los Estados Unidos y entrenados en territorio colombiano, con el apoyo total y absoluto de los gobiernos estadounidense y de Colombia. Ese grupo de terroristas fue enfrentado en tiempo real por la unión cívico-militar-policial, siendo neutralizados y capturados los perpetradores de este ataque, de esta incursión armada contra Venezuela, quienes se encuentran a las órdenes de las instituciones judiciales para el debido proceso.

Igualmente, recientemente capturamos a un espía estadounidense con armamento de guerra y documentos relativos a nuestra industria petrolera y eléctrica. Es un asedio cotidiano que hemos ido enfrentando, desmontado, denunciando, desenmascarando uno a uno. Y me pregunto: ¿Cómo puede calificarse una acción terrorista en medio de una circunstancia humanitaria extraordinaria como la que vivimos con la pandemia del COVID-19? ¿Cómo la puede calificar la humanidad? Lo mínimo que podemos decir es que se ha impuesto la desmesura, que es el más terrible de los pecados que parece haberse apoderado por completo de las élites estadounidenses.

Es por ello que la República Bolivariana de Venezuela reitera la necesidad de reivindicar los principios de respeto a la soberanía, a la autodeterminación de los pueblos, expresados en la Carta de Naciones Unidas, que nos une a todos, cuya violación ilegal por parte de algunos Estados Miembros de esta Organización, motivados por razones innobles, está poniendo en peligro la estabilidad de nuestro país y de la región latino-caribeña.

Es necesario que los países defensores de la paz se activen y hagan entender al gobierno de Estados Unidos que, en medio de una pandemia, nadie entiende ni se explica que haya un recrudecimiento de la persecución criminal, del bloqueo contra países nobles como Cuba, Nicaragua, Venezuela, Siria, Irán y otros países hermanos del mundo. Por ello se debe exigir el cese de todas las medidas coercitivas unilaterales, de todas las pretendidas sanciones, y que dejen a nuestros pueblos ejercer su propio derecho, el derecho al desarrollo y a la paz.

Estados Unidos y su gobierno deben abandonar la vieja práctica de criminalizar a quienes no nos subordinamos a sus designios en este mundo y mantenemos, como lo mantenemos, una política de independencia y soberanía. Los Estados Unidos – debemos decirlo – en el pasar de la historia se han transformado en la más significativa amenaza a la paz de este mundo. Deseamos hacer nuestras las palabras del Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres, sobre el cese al fuego y el cese a los conflictos en el mundo, reiterando el respeto irrestricto y la plena adhesión a los propósitos y principios de la Carta de Naciones Unidas y del derecho internacional, en particular el respeto a la soberanía, integridad territorial y la no injerencia en los asuntos internos de los Estados, el diálogo entre las naciones, la solución pacífica de controversias y la prohibición de la amenaza o el uso de la fuerza como tal.

Señor Presidente, Venezuela ha sido tradicionalmente un país receptor de refugiados y migrantes. Sin embargo, como consecuencia directa de las criminales medidas coercitivas unilaterales y de las agresiones económicas impuestas por el gobierno de Estados Unidos a nuestro pueblo, se ha producido coyunturalmente un proceso de migración de ciudadanos, fundamentalmente por razones económicas.

No obstante, en los actuales momentos nuestro país enfrenta y vive una oleada de retornos voluntarios, masivos, de miles de migrantes venezolanos, procedentes de países con altísimos niveles de contagios del COVID-19, como Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Brasil, motivado a diversas razones, la más importante el fracaso en la gestión del COVID-19 en esos países.

En segundo lugar, la sistemática violación de los derechos humanos a los venezolanos migrantes, políticas anacrónicas y xenófobas contra los migrantes de nuestro país, inclusive desde altas esferas de gobiernos de esos países; discriminación, maltrato, falta de condiciones socioeconómicas, situación de semiesclavitud, trata de personas, calamidades que han padecido en clara violación de su dignidad humana, nuestros migrantes. ¿Cuál ha sido la reacción del mundo? – nos preguntamos – que dice preocuparse por Venezuela ante estos reprochables hechos: el silencio cómplice.

Como hemos dicho, la pandemia del COVID-19 ha catalizado las ya insostenibles condiciones de vida de miles de migrantes en los llamados países de acogida, quienes han reportado la agudización del abandono y la falta de respuestas y atención por parte de las autoridades de dichos países.

Ha quedado en evidencia la fragilidad de los sistemas de protección social de esos países que son presentados – a veces – como modelos económicos y sociales. Y nos preguntamos nuevamente, ¿cómo es posible, a pesar de las enormes cantidades de dólares que se les han otorgado a estos gobiernos mediante extravagantes conferencias de captación de donantes para los migrantes venezolanos? ¿Qué hicieron con ese dinero? ¿Se lo robaron los gobiernos? Creemos que hay que revisar, ciertamente, con rigurosidad institucional y científica el rol que han venido jugando algunas Agencias de Naciones Unidas, o algunos personeros de algunas Agencias en estos procesos, como ACNUR y como la Organización Internacional de Migración (OIM).

Señor Presidente, En aras de la reconciliación y acatando los acuerdos alcanzados en la Mesa de Diálogo Nacional entre las fuerzas políticas de Venezuela, en septiembre de 2019, se han tomado un conjunto de medidas de beneficio y de garantía para la democracia en Venezuela. Recientemente fueron indultados 110 ciudadanos pertenecientes a grupos de la derecha opositora, procesados por diversos delitos relacionados con crímenes de agresión contra nuestro país.

Con esta decisión buscamos seguir construyendo el camino hacia la reconciliación nacional, entendiendo que la paz merece todos los esfuerzos y no cesaremos, Señor Presidente, en nuestro empeño en esta dura tarea. En fiel cumplimiento de los mandatos establecidos en nuestra Constitución Nacional, aprobada en referéndum por el Pueblo de Venezuela en diciembre de 1999, se llevará a cabo el próximo domingo 6 de diciembre de este año 2020, la elección democrática número 25 en 20 años.

Esta vez, para renovar el Poder Legislativo, con la participación de más de 14.400 candidatos y candidatas, de más de 107 organizaciones políticas de todo el espectro ideológico nacional. En Venezuela, puedo decirle, existen todas las garantías necesarias para celebrar los comicios parlamentarios y por ello hemos invitado al mundo a que nos acompañe, a que sean testigos de una democracia viva, nada ni nadie podrá quitarle al Pueblo de Venezuela su derecho a elegir al nuevo Poder Legislativo, pues ésta es una herramienta fundamental para la existencia colectiva y será expresión de la voluntad del poder originario. Nadie decide por nosotros los venezolanos y las venezolanas; nosotros no intervenimos ni pretendemos hacerlo en ningún caso – jamás – ante ninguna otra nación, somos respetuosos y por eso exigimos respeto.

Aún así, el Gobierno de Washington, que ha llevado a su propio pueblo al colapso por la pandemia – que celebrará por cierto elecciones presidenciales el próximo mes de noviembre –, en franca violación del derecho internacional, impuso ilegalmente nuevas medidas coercitivas unilaterales contra las instituciones democráticas venezolanas, en este caso, el Poder Electoral, para tratar de interferir en la realización de las elecciones parlamentarias previstas en nuestra Constitución.

Es por ello que la República Bolivariana de Venezuela reitera la necesidad de reivindicar los principios de respeto a la soberanía y autodeterminación de los pueblos, expresados en la Carta de Naciones Unidas, cuya violación ilegal por parte de algunos Estados Miembros de esta Organización pretende llevar a Venezuela a la violencia y el conflicto. ¡No lo vamos a permitir! Exigimos respeto. El camino de Venezuela es la paz, la democracia, la libertad, el voto, la participación y el protagonismo del pueblo. Así ha sido y así será.

Señor Presidente, Autoridades del mundo, Jefes de Estado, Jefes de Gobierno, ¡Aquí esta Venezuela de pie! Con su dignidad histórica, en paz. Listos para nuevos retos; listos para nuevas victorias. Me despido de ustedes deseando la unión, la paz y la cooperación del mundo entero. Muchas gracias.